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Chapter 122

Capítulo 122

“Entendido,” pensó la secretaria Carmina, mientras su corazón se agitaba como si fuese una tormenta,pero mantuvo su rostro Imperturbable y respondió profesionalmente. Después de eso, salió de laoficina del presidente con el desayuno en mano.

Al volver con el desayuno, la secretaria Carmina anunció, “?Quién no ha desayunado? Hoy tienensuerte, el desayuno personalizado del Sr. Amorós es para ustedes.”

Las jóvenes del departamento se acercaron rápidamente al escuchar esto, observando con curiosidadcomo Carmina sacaba el desayuno intacto de la bolsa.

“Carmina, ?el presidente está de mal humor? Hoy no voy a entrar para entregar los documentos.”

?Quién logró enfadar tanto al presidente que ni siquiera puede desayunar?”

“Bueno, yo tampoco entraré hoy. A pesar de que el presidente es muy atractivo, prefiero no metermeen problemas.”

La secretaria Carmina, escuchando todas sus conjeturas, rápidamente las interrumpió, “Dejen deespecular. El Sr. Amorós dijo que ya habla desayunado, asi que disfruten de esto.”

“Vaya, Carmina, deberías haberlo dicho antes! No imaginé que tendríamos el lujo de disfrutar deldesayuno del presidente.”

La secretaria Carmina dijo que ya habla comido. Sin más preámbulos, todos abrieron la bolsa yrápidamente se repartieron el desayuno.

Carmina sonrió y negó con la cabeza mientras se sentaba para

comenzar a trabajar.

Media hora después de que Rafael llegara a la oficina, Simón irrumpió, con un tono visiblementemolesto: “Hermano, ?por qué no me dijiste que la cu?ada había vuelto?”

Rafaello miró con calma y continuó trabajando sin prestarle atención.

“No inovelbin

importa que no me lo dijeras, ya lo sé. Voy a ir a tu casa.” Simón intentó dar órdenes, pero su hermanono se intimidar.

Sin desanimarse, Simón cambió de táctica y empezó a quejarse, “Hermano, Ari y Adela ya se fueron,ya conociero.. a la cu?ada y a mis sobrinos. Dicen que son muy guapos y adorables. An incluso yasalió a pasear con ellos. No hace falta que vaya a tu casa, puedes traerlos aquí para que conozcan asu tio Simón y vean lo guapo, elegante y apuesto que soy.”

Rafael lo miró como si estuviera loco.

Sin inmutarse, Simón insistió, “No me importa, de todas formas si no vienen ellos, iré yo. Organizalohoy, ahora mismo.” Rafael, cansado de su insistencia, cedió, “Hoy fueron a la antigua casa, otro díaserá.”

Simón, al ver que su hermano accedía pero que no podrían encontrarse ese día, decidió conformarse,“Está bien, hoy no competiré con el abuelo Isaac. Pero este fin de semana, debo ver a mis preciosossobrinos.”

Dijo esto con un poco de arrogancia y salió del despacho como un pavo real.

Finalmente solo, Rafael volvió a su trabajo, pensando en terminar temprano ese día.

Ramón entró, con documentos que necesitaban su firma. “Sr. Amorós, respecto al caso decolaboración con el Grupo Sol, el Sr. Jiménez lo revisó y quiere que usted le eche otro vistazo.”

“De acuerdo, déjalo ahí por ahora. Diles a todos en los departamentos que si tienen documentos quefirmar, los traigan temprano. Saldré a las cuatro.”

Rafael, sin levantar la cabeza de sus documentos, le dio las instrucciones a Ramón.

“Claro, voy a avisarles ahora mismo. Mientras Ramón respondía, se preguntaba si se había olvidadode algo importante recientemente, pero no logró recordar nada urgente hasta que salió de la oficinadel presidente. Se preguntaba por qué el Sr. Amorós parecia tan apurado y planeaba irse temprano.

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