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Capítulo267

-¡Lárgate de aquí! —exclamó Bella sin piedad.

Pedro la miró con el rostro enrojecido y el destello de su piel blanca y suave que asomaba bajo latoalla. Su mente evocó las escenas de la noche anterior.

Bella, con una mezcla de timidez y coquetería, se le había colgado del cuello, sus delicadas curvasdanzando frente a sus ojos. El deseo había alcanzado su punto álgido en aquel instante, sin dejar deabusar de ella hasta que suplicó rendida…

Al ver que Pedro no se movía, sumido en sus pensamientos, la respiración de Bella se volvió máspesada. Furiosa, le lanzó una patada.

-¡Te he dicho que te largues!

Pero su pierna no logró alcanzarlo, pues Pedro la sujetó con agilidad.

En ese momento, Bella solo estaba envuelta en la toalla, y una de sus piernas, casi al descubierto,quedaba apresada en la mano de Pedro. Una posición sumamente vergonzosa.

Su rostro enrojeció aún más. -¡Suéltame!

Pedro no quería soltarla, pero tenía muchos asuntos pendientes, y el cuerpo de Bella no resistiría mássus arrebatos.

Con un gran esfuerzo, reprimió el deseo de devorarla.

Si no tienes fuerzas, no intentes atacarme.

Tragando saliva con fuerza, Pedro liberó su pierna y se retiró del baño.

Bella cerró la puerta con llave y se echó agua fría en el ardiente rostro.

Había sido una completa insensata al desafiarlo, sabiendo que no tenía posibilidades denovelbin

ganarle.

Recordando la mirada abrasadora de Pedro al sujetarla, Bella se abofeteó mentalmente.

Cuando su rubor menguó, levantó la vista hacia el espejo del lavabo.

No había marcas en su cára, pero su cuello, clavículas y hombros estaban cubiertos de distintosgrados de marcas de besos.

Al quitar la toalla, vio que las heridas más profundas, incluso con señales de mordiscos, seencontraban en otro lugar.

¡Eres una bestia, Pedro!

Exclamó con furia hacia la puerta.

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En la habitación, Pedro, contemplando la mancha carmesí en la cama, escuchó los reproches llenosde rencor de Bella.

Su anhelo en su interior se intensificó aún más..

Si Bella no se resistiera, realmente querría continuar comportándose como una bestia.

Bella, después de ducharse, escuchó la voz de Pedro afuera–He traído tu ropa.

Bella, envuelta en una bata, entreabrió la puerta, extendió la mano para coger la ropa y la cerró

de inmediato.

Pedro, irritado, resopló: -Bella, ¿es que hay alguna parte de ti que yo no haya visto? ¿Por qué meevitas?

-¡Cállate, imbécil! -Bella lanzó la bata hacia la puerta.

Bella salió, vestida.

Pedro también llevaba su propia ropa, seguramente recién traída, una camisa y un traje impecablesque lo hacían parecer aún más frío y austero.

Bella, mirando las marcas en su piel, no pudo evitar fulminarlo con la mirada.

-Hace un rato decías que no te importaba nada. ¿Ahora te estás comportando de modomelodramático? -Pedro soltó una risa fría.

<¡Si supieras lo canalla que eres!) Bella quiso decir, pero se contuvo y espetó.

-Me arrepiento, no puedo pasar por alto esto. ¡Mañana pido el divorcio y tendrás que pagarme cienmillones!

La mirada de Pedro se ensombreció: -¿Estás segura de querer hablar de divorcio en este momento?

¿Qué tiene de especial este momento para que ni siquiera pueda hablar de divorcio?>

Viendo el gesto de disgusto de Pedro, Bella supo que no sacaría nada discutiendo, así que dijo demala gana: -¡Entonces mañana lo hablamos!

-Vamos a la comisaría.

-Espera. -Pedro la detuvo y la hizo sentarse.

-¿Qué pretendes ahora? -Bella lo miró con recelo.

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