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Capítulo 1341

Capítulo 1341

No le importaba la opinión de Elia. Siempre que él quisiera casarse con ella, lo haría.

El Rolls Royce negro de Asier se dirigió a toda velocidad al Pueblo Sauri.

Elia estaba sentada en la mesa de la cocina con sus hijos, disfrutando de unas arepas rellenas, la

puerta se abrió y entró una figura que irradiaba una frialdad impenetrable.

cuando

Al principio, Elia pensó que era Vania quien regresaba para molestarla con más insolencias, y giró la

cabeza enfadada hacia la recién llegada. “?Pero qué pesada eres!” Empezó a decirle..

Sin embargo, se detuvo en seco cuando vio a Liuva, con su maquillaje exagerado, shorts cortisimos y

un top que dejaba su ombligo al descubierto. El estilo urbano y llamativo de Liuva contrastaba

fuertemente con la tranquilidad del campo que rodeaba la casa de Elia.

Con una mirada severa, Elia le espetó: “?Qué haces aquí? No encontrarás lo que buscas en este

lugar.”

Elia sabía muy bien que Liuva estaba alli por Asier, intentando por todos los medios conquistarlo.

“Cuando Vania me dijo que esta era tu casa, no lo podía creer,” le dijo Liuva, mirando alrededor con

sorpresa. Aunque la casa era una villa de buen gusto, Liuva siempre había imaginado que Elia venía

de un entorno humilde y precario.

Elia escuchó a Liuva y entendió que había sido Vania quien le habia dado la dirección. Esa Vanianovelbin

siempre estaba buscando como perjudicarla, era una enemistad que parecía no tener fin.g2

“?Qué quieres?” Le preguntó Elia con hostilidad, ya que nunca fue amable con las visitas inesperadas.

Los cuatro peque?os soltaron sus cubiertos y se bajaron de sus sillas para enfrentar a Liuva. Con sus

peque?os cuerpos, formaron un muro frente a su madre, bloqueándole el camino a Liuva.

Abel frunció el ce?o con seriedad y le dijo con voz infantil: “Las personas que mi mamá no quiere aquí,

nosotros tampoco las queremos!”

“Claro, se?ora cara de yeso, la casa de Vania está por allá, por favor vete para ese lado,” intercedió

Joel, cruzando los brazos y poniendo una cara de pocos amigos.

“Nuestra comida no te va a gustar, mejor ve a la casa de Vania,” agregó Iria, poniendo las manos en

su cintura y arrugando su dulce carita, preocupada.

Ella pensó que Liuva había venido a su casa solo para comer.

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